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La estación de Canfranc, un edificio impresionante

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Estación Internacional de Canfranc

Situada a orillas del río Aragón, en los Pirineos oscenses, la localidad de Canfranc esconde un magnífico tesoro. Al margen de las impresionantes montañas que la rodean, esta localidad pirenaica es conocida por su Estación Internacional.

La estación fue creada dentro de un gran proyecto para permeabilizar el Pirineo y crear un paso ferroviario entre Francia y España a través de la frontera aragonesa, y más concretamente, bajo el Somport. El edificio pretendía impresionar a los visitantes franceses que llegaban a Canfranc, y fue construido en el paraje conocido como Los Arañones, en el corazón del Pirineo Aragonés.

Las obras de la Estación comenzaron tras el final de la I Guerra Mundial, y fue inaugurada por el rey Alfonso XIII en los felices años 20. La línea férrea internacional entró en servicio en 1928, y sus momentos de esplendor transcurrieron en los años 30, momento de gran tráfico entre ambos países.

La Estación, enmarcada en un paraje natural de especial belleza, fue construida en un estilo clasicista de influencia francesa. Tiene tres volúmenes de altura, siendo el central el de más altura y el más importante, ya que en su interior estaba ubicado el suntuoso vestíbulo de la Estación Internacional.

El edificio, que está en proceso de lenta restauración, alojó en sus buenos tiempos aduanas, comisaría y un hotel de lujo para atender a los viajeros que pasaban la frontera a través del túnel del Somport, hasta que la línea internacional fue cerrada un 27 de marzo de 1970 tras un accidente en el puente de L’Estanguet, en el vecino valle de Aspé.

Desde dicho accidente, el tráfico ferroviario entre Zaragoza y Canfranc ha ido cayendo de forma constante, hasta quedar hoy en día a una comunicación casi testimonial de un tren regional que une la capital aragonesa con Huesca, Sabiñanido, Jaca y Canfranc una vez al día en cada sentido y que recibe el nombre de Canfranero.

Aún así, y a la espera de la completa rehabilitación del edificio, y de la apertura de la línea a Francia, la Estación Internacional de Canfranc sigue a la espera de recuperar su brillo pasado, testigo mudo de los momentos brillantes que hicieron deslumbrar esta pequeña localidad del Pirineo en los años 30 del siglo pasado.

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